Por Juan Carlos Lopaczuk
La incorporación de capitales privados en los clubes no trae beneficios a los hinchas.
El gobierno habilitó la posibilidad de que los clubes se conviertan en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) a partir del 1° de noviembre. Los entidades deportivas deberán por ello cambiar sus estatutos para permitirlo. Ya que son asociaciones civiles sin fines de lucro. La Asociación de Fútbol Argentino (AFA) por su parte, se ha opuesto en asamblea a la introducción de las SAD. Además a manifestado que no aceptará la incorporación de cualquier SAD en el fútbol argentino. El aval será de la Inspección General de Justicia (IGJ) y la válidación esta dada por el DNU 70/2023. Lo que permite la incorporación a la estructura de los clubes de capitales privados y extranjeros.

Los antecedentes en nuestro fútbol no son buenos. El más recordado es el caso del gerenciamiento de Racing Club, con la empresa Blanquiceleste S.A. Durante el período desde el 2000 hasta el 2008. Si bien en la primera etapa le otorgó el tan esperado título de primera división en 2001, luego los incumplimientos de deuda, provenientes de la quiebra de los años 90, las malas decisiones financieras y la utilización del estadio para fines no deportivos.
Colmaron la paciencia de los hinchas y la Academia´´ volvió a ser de los socios. Por otro lado, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), ha regulado desde el 2015 los derechos económicos de los jugadores por terceros, ya que los casos de lavado de dinero se incrementaron con la introducción de capitales privados en las entidades en este aspecto. Con esta posibilidad de las SAD, sus impulsores mencionan que mejorará la calidad y la inversión en los clubes. Pero lo cierto es que no ha sido de esta manera en los pocos casos que ocurrieron en nuestro fútbol. En los años 90' el caso de Deportivo Mandiyú de Corrientes es referencial, ya que terminó con la quiebra del club y su virtual desaparición. También Argentinos Juniors tuvo su experiencia privatizadora, lo que tuvo como hecho más exótico una mudanza a Mendoza del club histórico de La Paternal. En el 2000, la empresa Exxel Group se hizo cargo de Quilmes. Luego de un comienzo auspicioso, la empresa rescindió su contrato y se llevó consigo a todos los jugadores profesionales, condicionando al
Cervecero´´.
Durante el 2002 y 2004, Ferrocarril Oeste estuvo en manos del empresario Gustavo Mascardi. Lo que finalizó con su procesamiento por cohecho y enriquecimiento ilícito. Así como la posterior quiebra del club de Caballito. Sportivo Barracas tuvo su etapa gerenciadora que hizo que hasta cambie de nombre y de colores, pasando a ser Barracas Bolívar, y suplantar sus tradicionales rojo y blanco por celeste y blanco. En la actualidad Depotivo Riestra que milita en la Liga Profesional recibe apoyo del empresario y abogado Victor Stinfale y la empresa de bebida energética Speed. Lo que no se ha traducido en mejoras destacadas a nivel institucional, a pesar de los éxitos futbolísticos.
La introducción de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), en el fútbol argentino han sido generalmente sinónimo de vaciamiento, quiebra y desgaste económico. Con la introduccion de capitales privados los clubes han pérdido su funcionalidad social, y se convirtieron en meras empresas que buscan ganancias y beneficios económicos para sus dueños. Los socios y afiliados han tenido que soportar la privatización de su pasión y en esos casos resignar su participación en las decisiones del destino del “club de sus amores´´. De volver a suceder, estos malos recuerdos podrían volver a repetirse. Nuestros éxitos futbolísticos recientes y pasados, son producto de esa pasión sin fines de lucro de los hinchas y de los jugadores que surgieron de los clubes de barrio. La pasión no tiene precio y los clubes tampoco.