El Chaco es una de las provincias más pobres del norte argentino con lo que en medio de los del aumento de los índices de pobreza que estallaron a nivel nacional como resultado de las políticas económicas puestas en marcha a partir del 10 de diciembre por Javier Milei con una devaluación monstruosa y la apertura del mercado que dispararon los precios de los alimentos y de las tarifas perjudicando a la clase media que aun tiene un trabajo registrado e impacta sobre los sectores más vulnerables con mayor crudeza, expulsando a más de 10 millones de personas a vivir en las calles junto a sus familias, una vergüenza que en algún momento va tener que rendir cuentas ante el pueblo, la justicia y la comunidad internacional. La locura libertaria condena al Chaco a profundizar la miseria y la indigencia con un gobierno provincial que desde que asumió no arranca, está trabajo con las denuncias mientras los comedores y merenderos están frenado por la falta de alimentos y sus trabajadores sin los planes que sostenían paupérrimamente el trabajo de cocinar y hacer funcionar la contención de esa parte de la comunidad que sufre los cimbronazos mas fueres de la desigualdad social, ya en la gestión anterior sus pendieron la “Renta Mínima” por diferencias políticas y la gestión de Leandro Zdero continúa desatendiendo a la comunidad que más necesita de la presencia del estado. Los volantazos económicos dejan a la intemperie a más del 60 % de la comunidad que se desbarranca junto a sus familias excavando la desigualdad como proceso irreversible que no tendrá solución a corto plazo, el daño que produce la desatención del estado lleva mucho tiempo en repararse y en un porcentaje altísimo no tiene solución porque la vida del ser humanos es finita, tiene tiempo de vencimiento máximo cuando no ingiere una alimentación adecuada, abandonar a la comunidad, sin dudas tiene consecuencias inalterables si no se toma conciencia más allá de la cuestión partidaria, hay que priorizar el aspecto humanitario de la gestión de la estado.